Ya merito!

jueves, 19 de enero de 2012

Rompiendo paradigmas

Adaptado de "El Negro" por Rosa Montero. (las italicas son mias)
Estamos en el comedor estudiantil de una universidad canadiense. Una alumna rubia e inequívocamente quebeca adquiere su bandeja con el menú en el mostrador del autoservicio y luego se sienta en una mesa. Entonces advierte que ha olvidado los cubiertos y vuelve a levantarse para cogerlos.

Al regresar, descubre con estupor que un chico moreno, probablemente latino por su aspecto, se ha sentado en su lugar y está comiendo de su bandeja. De entrada, la muchacha se siente desconcertada y agredida; pero enseguida corrige su pensamiento y supone que el latino no está acostumbrado al sentido de la propiedad privada y de la intimidad del canadiense , o incluso que quizá no disponga de dinero suficiente para pagarse la comida, aun siendo ésta barata para el elevado estándar de vida de nuestros ricos países.

De modo que la chica decide sentarse frente al tipo y sonreírle amistosamente. A lo cual el latino contesta con otra blanca sonrisa. A continuación, la canadiense comienza a comer de la bandeja intentando aparentar la mayor normalidad y compartiéndola con exquisita generosidad y cortesía con el chico latino. Y así, él se toma la ensalada, ella apura la sopa, ambos pinchan paritariamente del mismo plato de estofado hasta acabarlo y uno da cuenta del yogur y la otra de la pieza de fruta. Todo ello trufado de múltiples sonrisas educadas, tímidas por parte del muchacho, suavemente alentadoras y comprensivas por parte de ella. Acabado el almuerzo, la canadiense se levanta en busca de un café. Y entonces descubre, en la mesa vecina detrás de ella, su propio abrigo colocado sobre el respaldo de una silla y una bandeja de comida intacta.
Dedico esta historia deliciosa, que además es auténtica, a todos aquellos canadienses que, en el fondo, recelan de los inmigrantes y les consideran individuos inferiores. A todas esas personas que, aun bienintencionadas, les observan con condescendencia y paternalismo. Será mejor que nos libremos de los prejuicios o corremos el riesgo de hacer el mismo ridículo que la pobre quebeca, que creía ser el colmo de la civilización mientras el latino, él sí inmensamente educado, la dejaba comer de su bandeja y tal vez pensaba: "Pero qué chiflados están los quebecos".
La historia la encontre en el blog de Paulo Coelho y me parecio pertinente compartirla con ustedes. Es una historia real solo que en lugar de canadiense la chica era alemana, y el chico era africano en lugar de latino. Pero la escencia de la historia y lo que pone de manifiesto es lo importante.